viernes 11 septiembre, 2020
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El más querido de todos: Ocho años sin el gran Sergio Livingstone

El ‘Sapito’ dejó de existir a los 92 años. Su vida futbolística destacó de sobremanera, ganándose el respeto y el cariño de sus rivales y distintas generaciones. En Prensafútbol recordamos a quien fue, probablemente, el personaje más entrañable que el fútbol local ha conocido.

Por Lucas Figueroa G.

Un día como hoy el fútbol chileno sufrió lo que es, probablemente, la muerte más dolorosa de su historia. La partida de Sergio Livingstone Polhammer significó un pesar por la huella que el ex golero dejó, una marca que trascendió muchas generaciones y que fue inmune a la rivalidad o escozor que genera a veces que un futbolista sea tan identificado con una camiseta como lo fue el ‘Sapo’ con Universidad Católica.

DESCONOCIDO INICIO
A pesar del tremendo vínculo que toda la vida unió al portero con la Universidad Católica, lo cierto es que el primer club donde Livingstone militó fue Unión Española. A la tienda roja llegó con tan solo 16 años, aunque nunca jugó. Como el profesionalismo por aquellos años estaba dando sus primeros pasos, era bastante recurrente que los futbolistas tuviesen que buscar segundas alternativas para complementar ingresos.

Por esa razón el arquero al cumplir 18 años entró a estudiar Derecho a la Universidad Católica, el club de esa casa de estudios se había formado un año antes y querían contar con el arquero, pero había que negociar con los de Plaza Chacabuco.

Pero la oferta de los ‘cruzados’ fue irrechazable: dejarían que el plantel de Unión Española entrenara dos veces a la semana y por un año en el gimnasio que le pertenecía a los de la franja, lo que les permitiría a los jugadores de Unión practicar durante los días lluviosos.

AFECTO TRANSVERSAL
Es de público conocimiento la exitosa carrera de Sergio Livingstone. Pero lo que no deja de sorprender es el constante reconocimiento que le valió ser uno de los mejores arqueros de su época. Hay varios pasajes que lo ejemplifican.

En 1945, la revista Estadio señaló que es “popular y querido como tal vez no ha sido jamás otro futbolista chileno. Es que ha sabido cimentar su fama y nombradía en una capacidad cien veces demostrada en contiendas nacionales e internacionales. El fervor y el cariño con que el público siempre lo ha distinguido es propiedad que sólo pueden lucir los que verdaderamente merecen ostentar el título de crack”.

Cuando defendía los colores de Racing de Avellaneda, vino junto al plantel a una gira por el país, los chilenos lo recibieron como un verdadero ídolo. Alguna vez, Livingstone lo recordó así: “Nos vinimos en el Trasandino, que se tomaba en la estación de Retiro. Y cuando llegamos había una multitud que me tomó en andas y me paseó por todo el andén. Fue una cosa muy emocionante”.

No fue la única vez que se le reconoció de esa manera. En las clasificatorias para el mundial de 1954 Chile debía jugar el primer partido ante Paraguay. En Asunción la Roja cayó por 0-4 y en Santiago, fue derrotada por 1-3. A pesar del revés futbolístico, los paraguayos, como reconocimiento a la buena actuación de Livingstone, lo levantaron.

Sin embargo, hubo algunos que osaron a hacerle algún desaire al mundialista de 1950. Uno de ellos fue el dirigente Alfredo Vargas, quien castigó al arquero por haber llegado tarde para tramitar el pasaporte de cara al Sudamericano de 1942 en Montevideo, Vargas no lo llevó, pero lo tuvo que llamar para que se integrara al equipo luego de que la Selección recibiera 12 goles en los dos primeros duelos.

El Presidente Jorge Alessandri Rodríguez, en el día que se organizó un partido de despedida, había prometido que le entregaría  personalmente un galvano al ya retirado arquero, pero al final mandó a un reemplazante.

Pero no fue suficiente para amargarlo: Ese día, cuando hubo que despedirse de Livingstone en lo que al fútbol atañía, el público encendió antorchas y los jugadores dieron una vuelta olímpica con él, señal del profundo agradecimiento de lo que el portero significó para el país.

El 11 de septiembre de 2012, cuando hubo que despedir al ‘Sapo’ de la vida terrenal, se hizo un minuto de silencio en los cuatro partidos que ese día se disputaron en Sudamérica por las clasificatorias. Se respetó en todos menos en Chile. Porque Sergio Livingstone Polhammer no merecía la solemnidad del silencio, sino que ameritaba que un estadio completo le hiciera saber a todo el continente, a través de un cántico,  que en Chile jamás se le olvidará.

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