viernes 27 agosto, 2021

La columna de Renata: La dinámica de lo impensado pesa en el jugador

La nueva columna de Renata Almada, Psicóloga Deportiva y Clínica, se titula "la dinámica de lo impensado y el bienestar mental del jugador". Pase, mire y disfrute del segundo artículo que permite conocer un poco más del fútbol y todas las implicancias que tiene su desarrollo.

Renata Almada, Psicóloga Deportiva y Clínica | Re_Almada – Almada_Re

Hace 54 años, Dante Panzeri famoso periodista deportivo trasandino proclamaba lo que vendría a ser la afamada frase: «El fútbol es la dinámica de lo impensado».

Sentencia ampliamente utilizada por aquellos que necesitan encontrar explicación para situaciones no planificadas e incalculables ocurridas durante los 90 minutos de un partido o, incluso, a lo largo de una competencia.

Los campeonatos suelen brindar verdaderas epopeyas actuadas por equipos que desafían la lógica a través de performances que van de un extremo al otro: Desde presentaciones paupérrimas y partidos para el olvido hasta grandes hazañas y excelentes campañas.

Todo eso protagonizadas por los mismos equipos y exactamente los mismos jugadores. Y es ahí donde radica porqué el fútbol ha de ser equiparado a lo que huye a una norma: el ser humano es cambiante y su comportamiento/rendimiento/conducta sufrirá interferencias según su interpretación/percepción de la realidad.

«El fútbol por más que se planifique, el que decide es el jugador». Vociferaba Dante. Situaciones potencialmente amenazantes para el aspecto psicológico del jugador sobran en la alta competencia y la forma de afrontarlas será clave para disipar factores que mermen su máximo potencial:

• Lesiones: «Volveré a ser el mismo ?!» vs. “Aprenderé a no exponerme y volveré aún más fuerte y asertivo en mi forma de jugar».
• Titularidad/Suplencia: «El profe tiene a sus favoritos, no importa lo que haga» vs. «Usaré ese tiempo para perfeccionarme y probar que merezco ser considerado».
• Problemas en el camarín: «No me siento cómodo, son muy distintos a mí y nunca podré encajar.
• Se termina el entrenamiento y quiero puro irme» vs. «Busco formas de generar la oportunidad de conocer a mis compañeros»
• La soledad y estar alejado de los suyos: «Estoy perdiendo tiempo de estar con mi familia y ver a mis hijos crecer» vs. «Sé porque estoy acá, tengo mis objetivos claros, lo hago por entregar lo mejor a mi familia y por lograr mi sueño».
• El temor al futuro: «En unos meses se termina mi contrato y quedaré en el vacío. Se olvidarán de mi» vs. «Me planifico para tener opciones y estar tranquilo cuando me toque decidir el futuro. Ahora me concentro en jugar».

Todo este preámbulo sirve para ayudar a entender, desde lo mental, la actual coyuntura de nuestro campeonato nacional: donde figura en la cumbre un Colo Colo que hace tan solo 6 meses se aferraba a la parca posibilidad de permanecer en la élite del fútbol y «le tocó bailar con la fea» en la jerga futbolera, del otro lado de la moneda una irreconocible, tambaleante y por veces aturdida Universidad Católica que en un pasado reciente sostuvo el estatus de equipo inalcanzable e invencible.

El desgaste anímico se plasma en la cancha, en presentaciones volubles, sin la típica consistencia que solía mostrar en temporadas pasadas. Las frecuentes expulsiones de miembros de un cuerpo técnico susceptible a episodios de irascibilidad incrementa la situación-problema.

«Durante un partido la pelota girará en muchas oportunidades, más del lado del fracaso que del éxito» defiende Marcelo Roffé, colega argentino que va en consonancia con las palabras de Dante sobre el fútbol concebido «como una lucha de imprevistos».

Gana el que mejor se adapta y anticipa situaciones posiblemente problemáticas y arma estrategias para afrontarlas según las herramientas que disponga en aquel preciso momento. Herramientas estas personificadas en la figura de los jugadores y entrenadores, personajes de carne y hueso. Corazón y mente.