PORTADA COLUMNA REANTA

La columna de Renata: Cuando el balón pesa menos y la cabeza más

La Psicóloga Deportiva y Clínica, Renata Almada, continua con sus columnas en Prensafútbol con su mirada del acontecer futbolero. Hoy nos habla de lo difícil de jugar en altura. «Cuando la pelota pesa menos y la cabeza pesa más: fútbol, el mal de la altitud y lo psicológico».

Nicolás Indo SEPTIEMBRE 5, 2021

Antes de explayarme es necesario ratificar que el título de esa columna es una licencia poética y aprovecho para derribar el mito de que la pelota en altura pesa menos que a nivel del mar: eso es una «falacia, caeza de chancho»!

Respaldada por la ciencia, les aseguro que la pelota pesa exactamente lo mismo, la impresión de mayor agilidad se debe a que la presión atmosférica es menor y hay menos fricción del aire. Guarden esa información.

Si la pelota, un objeto inanimado, sufre interferencias imposible no creer que el protagonista del espectáculo hecho de carne y hueso, motivación e ímpetu no lo vaya a ser impactado también. Todo y cualquier ser

humano acostumbrado al llano, tiende a sufrir cuando experimenta hacer su labor en la altitud. Y el jugador de fútbol no huye a la regla. Revisemos juntos lo que se puede hacer desde lo mental para contrarrestar esa desventaja frente a los jugadores acostumbrados a la altura de ojo en lo que se viene cuando toca a la Roja buscar los 3 puntos en Quito (2650 mts).

Para aclimatarse, según los expertos es necesario 1 semana de adaptación a cada mil metros de ascenso y que conforme aumenta la altitud los equipos locales anotan más goles: cada mil metros adicionales aumenta la diferencia de goles por aproximadamente medio gol.

La pesadilla de la altitud es parte del inconsciente colectivo del futbolero (del hincha al jugador), todos conocen sus efectos nocivos lo que podrá contribuir con una predisposición a iniciar el partido «derrotado»: la percepción subjetiva de que jugará un partido «perdido» podrá dictar una actitud conformista y resignada. Esta creencia es reforzada y martillada a través de varias fuentes: los análisis de la prensa, comentarios de hinchas en las redes sociales, conversaciones en el camarín donde todos son unísonos en decir «los partidos en altura son difíciles de ganar».

La mente humana posee intrincados, ilógicos y muchas veces parcos mecanismos psíquicos que sirven para disipar miedos o presiones: anticipar un panorama negativo con el afán de aliviar la culpa por un inevitable equivoco. Suponer o predecir un hecho lo convierte en realidad: el futuro (esperado) puede determinar (más que el pasado) el presente(base de la profecía autocumplida).

El miedo a arriesgar bloquea e inhibe.

Trabajar la fortaleza mental de los jugadores a través de un trabajo PREVENTIVO es clave para contribuir con la construcción de jugadores decididos, creativos y audaces. Y lo más importante: suficiente y funcionalmente tolerantes a sus propios errores ya que la baja tolerancia es una aliada para las malas tomas de decisión.

Efectivamente jugar sobre el nivel del mar conlleva en pérdidas para los jugadores foráneos (hay una baja de 30 a 34% en su capacidad aeróbica): disminución del desempeño físico, pierda de la coordinación motriz, incremento de la percepción subjetiva del esfuerzo: las carreras, piques, saltos, remates, cambios de dirección y demás gestos deportivos no salen como lo hacen normalmente. Se pierde en precisión.

El costo psicológico? Aumento exponencial en los niveles de frustración y una baja vertiginosa en la autoeficacia: sentimiento de eficiencia y competencia, desencadenando en una actitud menos tolerante en la cancha y consecuentemente jugadores cometiendo más faltas. De ahí la importancia de que los jugadores estén bien pulidos y trabajados en cuanto a sus capacidades cognitivas y psicológicas.

En el futbol en altura el rendimiento final del jugador/equipo no está exclusivamente relacionado con variables fisiológicas (aunque si existan el efecto «soroche» o mal de la altitud que 8provoca nauseas, mareos, malestar estomacal y el agotamiento físico mencionado anteriormente). La estructura técnica y táctica es potenciada y condiciona también por una vertiente emocional y socioafectiva. El factor colectivo cobra demasiado importancia ya que apoyarse en el compañero es crucial para «coger aire» y seguir dando pelea.

Ver a los referentes de mayor jerarquía enfrentando la situación con inteligencia y templanza contamina a todos los demás. En la inteligencia radica una propuesta táctica que apunta a un juego de menor desgaste físico y mayor eficacia: balones al pie y evitar el pressing lejos del área, por ejemplo. Aunque este no sea mi terreno de dominio lo táctico va en consonancia con lo mental y una correcta propuesta estratégica es clave para preservar el aspecto anímico del jugador que no se sentirá expuesto y con sus debilidades superlativizadas.

No, la pelota no pesa menos pero la comba, el efecto que el jugador quiere dar al balón, se ve afectada por la menor resistencia del aire. Y sin ir más lejos, en la fecha 17 de nuestro campeonato nacional, Mono Sánchez, en el partido de Cobresal contra Unión Española(En el Salvador a 2400 mts) ha sido «victima» de ese fenómeno: no pudo

con un remate a media distancia en que la pelota le llega con mucha velocidad, en una trayectoria más lineal y directa en donde la suelta resultando el gol de Sebastián Varas quién no desaprovechó la oportunidad. Cobresal, el equipo que juega en las alturas, ha sumado puntos en una buena racha que si podrá ser explicada, por lo menos en partes – ya que el fútbol esta compuesto por un tejido multifactorial- por el buen aprovechamiento de ese factor intrínseco: su ubicación.

El partido de la Roja con Ecuador y las demás fechas eliminatorias en países con canchas en la altitud nos ayudarán a encontrar nuevos hallazgos empíricos para comprender como llegar al éxito en el peculiar y siempre polémico fútbol en la altura.

Nicolás Indo