viernes 01 octubre, 2021
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La columna de Renata Almada: Los ‘Matagigantes’ en el fútbol

La nueva columna de Renata Almada, Psicóloga Deportiva y Clínica, se titula "Los 'Matagigantes' en el fútbol: una predisposición anímica y psicológica". Pase, mire y disfrute del nuevo artículo que permite conocer un poco más del fútbol y todas sus implicancias.

Renata Almada, Psicóloga Deportiva y Clínica  | Re_Almada Almada_Re

Es unánime el hecho de que el fútbol es el deporte que más arrastra aficionados alrededor del globo terrestre. Gambetas, sombreros, regates y fintas… para muchos eso es lo lindo de ese popular deporte.

Pero no soy de convencerme tan fácil y atribuyo al fútbol un elemento más que contribuye y convoca a la devoción: de tiempos en tiempos, cuando estamos en el apogeo de creer que la matemática perfecta de las fórmulas estratégicas y la superlativización de la táctica es el Santo Grial del fútbol moderno, somos tomados por una ráfaga de sorpresa e incredulidad mientras miramos atónitos a un marcador que, a priori, huye a cualquier lógica o tendencia.

Así hemos vivido el partido protagonizado por el ostentoso Real Madrid y el modesto Sheriff, por la Champions League. Lo que estaba destinado a ser un partido para «cumplir tabla» se convierte en un verdadero duelo de titanes. Lo cierto es que esos destellos de improbabilidad fundan el surgimiento de los «matagigantes» equipos que trascienden lo razonable y logran victorias ante adversarios megalómanamente superiores.

Guardadas las proporciones, no tenemos que cruzar el océano para identificar partidos bajo la misma impronta: en la semana hemos sido testigos de la victoria del colista Santiago Wanderes sobre Universidad de Chile y la caída del puntero Colo Colo frente a Ñublense. Hablemos sobre cómo lo mental está influyendo en esta azarosa dinámica.

Nuestro cerebro se rige por la Teoría del Equilibrio: la conservación de la energía en pos a la búsqueda activa de la sobrevivencia. Todas las decisiones que tomamos se basan en un único propósito: garantizar nuestra supervivencia.

Cuando no identificamos una situación como suficientemente amenazadora, nuestro cerebro entra, adaptativamente, en modo «optimizador» de energía. Lo que acarrea en la desactivación de funciones cognitivas y comportamentales.

¿Qué significa eso en cancha? Que el efecto que un equipo inferior puede suscitar en una escuadra galardonada es de que no ofrece riesgos y que se puede «bajar la guardia»: menos concentración, niveles de activación más bajos, menor ímpetu, más dispersos (deterioro del canal de atención)… mientras que del otro lado, el cerebro del equipo menos favorecido está trabajando bajo otra premisa: «jugaremos como si fuese la final de un Mundial» o según el idioma de nuestra masa encefálica: «vaya esto si es una amenaza. Es matar o morir».

Jugadores atentos, enfocados y motivados: no suelen dar una pelota por perdida. Se juega con el corazón en la punta de los zapatos. La neuroquímica aporta lo suyo, regalando chorritos de adrenalina y noradrenalina, sustancias que ponen el jugador en estado de alerta y mejora su velocidad de reacción, se ensanchan las vías respiratorias ocasionando la mejora de la potencia muscular (les salen más fáciles las carreras, por ejemplo), una disminución de la percepción del dolor y del esfuerzo y anímicamente la testosterona hace lo suyo y brinda a los futbolistas- otrora supuestamente no amenazantes – un aura de seres audaces y mucho más competitivos.

El cambio a nivel hormonal también potencia la fuerza muscular. El resultado? Sabiendo que el fútbol es un deporte colectivo y de constante interacción, el equipo adversario sufre los efectos de ese remezón y esta propenso a presentar respuestas vacilantes ante la presión que imprime el ahora insólito contrincante.

Subestimar el adversario cobra un amargo precio ya que cuando del otro lado, la disposición anímica y psicológica es bien trabajada y potencia lo físico y lo técnico, la ausencia de planes de contingencia y esquemas para lidiar con una situación no esperada, nos hace mucho más vulnerables y proclives a sucumbir.

Publicado en: Noticias